viernes, 20 de junio de 2014

Heridas viajeras

Fotos de la primera vuelta, nos
deslumbraban  las megaestructuras.
Cuando miro al espejo casi yéndome por mi lado izquierdo siempre descubro un pedacito de aquella herida que alguna vez tomó la mitad de mi cuerpo. 

Mi recuerdo de ella es casi invisible, luego fue normal. Para mí todos tenían una cicatriz así. Cuando crecí, aprendí que no a todo el mundo abren como un marranito para arreglarle el corazón a los cinco meses.

Con el tiempo y por los dichos familiares descurbrí que al menos esta cicatriz como su dueña eran viajeras. 

Cuentan que cuando me operaron iba de la mitad del pecho a la mitad de la espalda. Hoy sólo puedo ver con esfuerzo la parte de la espalda y dependiendo de la malla que use en el verano ni siquiera me preguntarán el por qué de ella.

Un poco más adelante y otra vez mirándome en el espejo me pregunto: ¿será verdad que las heridas son viajeras? Creo, llevándolo a otro plano un poco menos carnal, que todos tenemos heridas que cicatrizan en distintos momentos. 

Por eso viajamos con nuestra herida y un botiquín para curarla hasta que sane y cicatrice, luego seguimos con ellas a todos lados. No se borra, no se vá, sana y nos marca convirtiéndonos en lo que somos por esencia, únicos e irrepetibles.

y los parecidos con los reales.
No creo que la OMT (Organización Mundial del Turismo)  tenga una estadística sobre esto pero, UN VIAJE es una de las respuestas TOP TEN que un amigo, familiar o conocido te recomienda cuando estás mal o herido, por ejemplo de amor. 

Así hay viajes de venganza, viajes por despecho, viajes liberadores, viajes de encuentro, viajes de búsqueda, viajes de peregrinación, viajes de solos, viajes accesibles, viajes sin fronteras y podría escribir un puñado más.  

Es que de hecho alrededor de muchos de los títulos de viajes anteriores se ha armado una especialización en los últimos veinticinco años. Agencias que forman grupos con un interés común y propone salidas especiales.

Ahora pregunto a quien lee: ¿alguna vez viajaste con una gran herida y tu botiquín a cuestas? ¿Fue sólo o acompañado? Y si la opción es la segunda, quien te acompañaba, ¿lo sabía?

Personalmente fui acompañando a alguien en situación de duelo, quien desde la pérdida de su compañero de vida, no había podido viajar más. 

Lo inmediato es aconsejar: Andá a donde no hayas ido nunca con él, conocé nuevos lugares, como si hubiera otra vida paralela en los lugares que uno aún no conoce. Entre todo también llegan esos alientos venidos del cine catástrofe: viajá mientras puedas, mientras te dé el cuerpo. 

Aunque encontramos perfiles donde definitivamente te dabas cuenta que no era la verdadera Venecia

Ni la verdadera París, y la fotografiamos en horarios raros para Las Vegas, bien temprano por la mañana a la hora del desayuno.

El hotel París por dentro a la mañana temprano.
No hay rasgos de horario porque el casino está integrado desde la entrada

Emocionada por las flores logré retratarla junto a ellas, la belleza es inminente, pero lo que más me costaba era arrancarle una sonrisa.

Cuando su tiempo llegó, ella empezó a emprender la búsqueda y el itinerario finalmente se hizo realidad. 

Fui parte del armado y fue una mezcla entre lugares que habían recorrido juntos y otros que no. 

Vale aclarar que éramos dos las personas en situación de duelo por la muerte una misma persona, su marido, mi padre. Hubo un destino en el que habíamos estado por separado papá y yo, nos había encantado y siempre se lo contábamos pero no llegaba el momento de ir los tres juntos,  se lo habíamos contado una y mil veces, y ella nos repetía que no quería escuchar más, sólo experimentarlo.

Forum shops al lado del Hotel Caesar inusualmente vacío otra vez ella esquivando la foto.

De noche sacando fotos cada una conectando con Las Vegas de distintas maneras.

Lugares magnificentes, cielos divinos pero un poco agobiantes...

El viaje fue largo y ajetreado y todo lo que pasó en él también, pero para resumirlo, creo que fue sanador, que ocurrió justo cuando tenía que pasar. 

Hubo risas, llanto, rabietas, recuerdos y mucho disfrute. Las personas atravesando situación de duelo éramos dos con lo cual la herida cada uno la llevaba como podía y con su propio botiquín. Muchas veces nos lo prestamos, hubo momentos de silencio, otros de mucha risa y muchos de fuertes emociones.

Estados Unidos veinte días, cuatro destinos, tres estados y diez aeropuertos. Así escrito parece más un viaje más de aventura que de búsqueda. O ¿era de búsqueda de aventura? 

Una vez de vuelta y cuando ya había pasado un tiempo recibí el pedido más raro, me dijo un día soleado mientras compartíamos un café: -Me parece que me quiero ir de nuevo de viaje, si pudiera ser a los mismos lugares mejor, porque me parece que no los pude ver bien. Si la primera frase me había sorprendido el final del pedido ni les cuento, quedé atónita, pero sólo por unos instantes, luego comencé a delinear la logística de pasajes, hoteles y fechas para armar más o menos lo mismo. Entonces en un brevísimo plazo volvimos a la carga y nos fuimos de nuevo a casi los mismos lugares.

Segunda vuelta, recorriendo los íconos,  juntas y sonriendo  a pesar de los 47 grados a las 11am.

Cuando estás sonriente te cruzás hasta a una cantante lírica
que celebra el carnaval de Venecia.

Y te los encontrás por todos lados incluso cerca de la recepción.

Cuando estás en plan de risa hasta la re elaboración de un
 tiramisú en afamado hotel te causa risa.
Para respiro nuestro y del lector esta vez pude bajar las cifras a tres destinos, dos estados y seis aeropuertos. 

Sinceramente hubiera esperado casi no sacar fotos, casi no asombrarme porque volvía a los mismos lugares muy pronto ¿qué podría haber cambiado? Hoy a la distancia creo que lo único que había cambiado era: ‘el lugar de la cicatriz’ no se había ido pero había sanado. Una vez más comprobamos juntas que la percepción es selectiva y lo que más me sorprendió aún fue vivirlo desde la fotografía. 

No es una novedad lo que voy a decir: los seres humanos en general somos muy visuales. Las fotos, el tema, los detalles no fueron los mismos. El segundo viaje tenía más brillo, más aventura, más sanación.

Y todo te sonríe hasta los elementos que parecen inertes!!!
Nos encontramos con estas mochis y no pude evitar sacar esta foto.
Concluyo entonces que así como mi herida del pecho y la espalda se quedó por allá atrás en la espalda, las otras heridas, las que no se ven también van viajando por distintas partes del cuerpo mientras pasan de herida a cicatriz.

A veces esas heridas se nos manifiestan de alguna manera, somatización diría un psicólogo, el cuerpo avisa diría una abuela, creo que es cuando no les prestamos atención, allí aparecen como avisos en el cuerpo mutándolo por un tiempo. 

Creo que el cerebro sabe que somos muy visuales y es la forma que tiene de hacer que nos ocupemos de nuestra alma.

Cuando sanaste aflora, en una sonrisa, en un gesto
 y en las fotos eso brilla
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Un fortuito encuentro con dos veteranos de USA en una tormenta de verano en un hotel de Disney, me dejaría una gran enseñanza.

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