Anita y Máximo jugando con la silla, tal vez practicando para asistir a la próxima fiesta! |
En un día como cualquiera pero que pronto sería fuente de reflexión, me encontraba escribiendo un mail cuando apareció Anita, la hija menor de mi amigo, y con su voz suave me preguntó:
-“Nélida… ¿por qué trajiste una silla de ruedas?” Paré de escribir, le dediqué toda mi atención y le contesté: -“Resulta que en rehabilitación estoy haciendo unos ejercicios muy fuertes por los que luego me siento muy cansada. Entonces, para hacer recorridos largos la uso; por eso la traje, así puedo trabajar y me siento bien”.
-“Nélida… ¿por qué trajiste una silla de ruedas?” Paré de escribir, le dediqué toda mi atención y le contesté: -“Resulta que en rehabilitación estoy haciendo unos ejercicios muy fuertes por los que luego me siento muy cansada. Entonces, para hacer recorridos largos la uso; por eso la traje, así puedo trabajar y me siento bien”.
Me miró, pensó por un mili segundo y arremetió con otra pregunta: “… y
si una nena va a una fiesta y lleva una silla de ruedas y se queda dormida, se
puede sentar en la silla de ruedas y la llevan ¿no es cierto?”. Debo ser sincera: no entendí bien a qué se
refería o a qué apuntaba su pregunta, así que rápidamente contesté: -“Sí, claro,
a la nena la pueden llevar”.
Cuando quise indagar fue demasiado tarde: ella ya tenía su respuesta y se aprestaba a seguir jugando… con mi bastón…
Cuando quise indagar fue demasiado tarde: ella ya tenía su respuesta y se aprestaba a seguir jugando… con mi bastón…
Al rato, cuando le conté a la madre lo ocurrido, entre risas me dijo: -“¿Sabés
por qué te preguntó eso? Lo que pasa es que últimamente tuvimos dos cumpleaños
de quince y le dijimos a nuestros dos hijos que no los llevábamos porque ellos
seguro se iban a cansar, a quedar dormidos y luego no íbamos a poder cargarlos
y llevarlos hasta el auto, por esa razón deberían quedarse en casa para
descansar tranquilos”. Entonces nos reímos ambas de la ocurrente manera de Ana para solucionar el problema.
Siempre me pareció sumamente rara la adoración que ambos niños han tenido por
mi bastón. Máximo, cuando era bebé, jugaba con él y se enojaba mucho cuando yo
debía usarlo y por consiguiente debía sacárselo. Ana se colgaba del bastón
mientras yo caminaba, hasta que un día le expliqué que lo usaba para caminar y
que ella no podía jugar con él mientras yo lo estuviera utilizando pues eso
haría que me cayera y tal vez me lastimara. Sus papás le explicaron que lo
precisaba para caminar siempre. Desde entonces cada vez que me ve sentada viene
y me pregunta: “¿Estás bien? ¿Estás sentada? ¿No precisás el bastón? ¿Me lo
puedo llevar?”. Entonces se lo presto y se va a jugar con él, haciendo sus mil
papeles… “Soy Anita, la abuelita viejita” dice y achina sus ojitos al tiempo
que habla entrecortado.
Estos niños han sido criados en contacto con mucha gente pues sus padres
son hoteleros. Desde pequeños han visto cientos de pasajeros de diversas
edades, personalidades y nacionalidades. Siempre que preguntaron por bastones, muletas o sillas se les
contestó para qué sirven las ayudas técnicas. No sé por qué rara cuestión no
les son extraños, deprimentes, tristes o simplemente agentes de contagio de
enfermedad alguna. Son simplemente eso, una ayuda, algo que puede auxiliar a
cualquiera que las necesite de las maneras más extrañas. O pueden ayudarlos a
ellos a convertirse en otra persona, en un ser motorizado. Son, de alguna
manera, como un disfraz.
Por esa razón LA SILLA para Ana es una SILLA MÁGICA ¡¡¡es la SOLUCIÓN
que le permitirá la próxima vez ir a la fiesta a la que deseaba asistir!!!
Para terminar quería compartir una frase que me impactó días pasados.
"Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento" Eleanor
Roosvelt
Una silla, un bastón, un andador, un scooter son una AYUDA, no una
perdición. Pueden ser tu oportunidad de hacer, conocer, sentirte bien, hacer lo
que amás, redescubrir una actividad que dejaste de hacer, porque simplemente no
te daba el cuerpo…
Un bastón, una silla o un andador NO TE HACEN MÁS VIEJO, MÁS VULNERABLE,
MÁS TRISTE, MÁS INSERVIBLE NI MÁS CERCANO A LA MUERTE.
No busques todo eso en un elemento INERTE… buscálo adentro tuyo. Miráte al espejo y aceptá que sos vos el primero que se SIENTE MENOS, QUE NO SE ACEPTA LLEVANDO UN BASTÓN O QUE LE PARECE DEPRIMENTE TU FIGURA SENTADO ARRIBA DE UNA SILLA DE RUEDAS, o una especie de robot por llevar un andador.
¡Si la frase de Eleanor Roosvelt es verdad, y NADIE PUEDE HACERTE SENTIR INFERIOR, cuanto menos podrá hacerlo UNA COSA!
Por un momento, borrá todos tus
pensamientos y preconceptos de tu mente. Dejá que la lógica y el pensamiento de
Ana te invadan. Mirá a tu ayuda técnica como UN ALIADO PARA ALGO, una
actividad, un evento, ALGO y no lo mires desde arriba, o desde abajo, como tu
enemigo más íntimo. Intentálo, hacélo, aceptá el desafío y tal vez te sorprendas
como me sorprendí yo ante LA SILLA MÁGICA DE ANITA.
No busques todo eso en un elemento INERTE… buscálo adentro tuyo. Miráte al espejo y aceptá que sos vos el primero que se SIENTE MENOS, QUE NO SE ACEPTA LLEVANDO UN BASTÓN O QUE LE PARECE DEPRIMENTE TU FIGURA SENTADO ARRIBA DE UNA SILLA DE RUEDAS, o una especie de robot por llevar un andador.
¡Si la frase de Eleanor Roosvelt es verdad, y NADIE PUEDE HACERTE SENTIR INFERIOR, cuanto menos podrá hacerlo UNA COSA!